El pasado 7 de marzo el jurado del Premio Pritzker eligió al arquitecto indio Balkrishna Doshi, también conocido como B.V. Doshi o Doshi, como ganador del Premio Pritzker 2018. Las últimas semanas ha salido a flote mucha información sobre la práctica de este arquitecto que como seguramente ya sabrás fue aprendiz y colaborador de Le Corbusier y Louis Kahn. Siendo el primer el primer arquitecto indio en recibir el máximo galardón de la Arquitectura, Doshi cuenta con una carrera activa de más de 70 años, la arquitectura poética de Doshi se basa en influencias culturales orientales, creando una producción que "abarca todas las clases socioeconómicas, en un amplio espectro de tipologías, desde los años 50", según el acta del jurado.
Pero ¿te imaginas cómo es trabajar con Doshi en su despacho? Conversamos con cuatro ex alumnos la Escuela de Arquitectura Arte y Diseño de Tecnologico de Monterrey que hace algunos años tuvieron la oportunidad de viajar a la India para trabajar directamente con Doshi mediante un programa de prácticas profesionales que promueve la misma universidad. Arturo Acosta, Jeimi Cuendulain, Airam Moreno y Giovanni Llamas nos cuentan su experiencia de trabajar en el despacho, así como anécdotas que los marcaron tanto a nivel profesional y personal que los ayudaron a ver y vivir la arquitectura más allá de lo evidente. Conoce los testimonios a continuación:
Arturo Acosta Falomir
Mi experiencia con Doshi data del periodo de agosto a diciembre del año 2010 cuando cursaba mi noveno semestre. Supe de su práctica cuando por casualidad —mientras cursaba mi periodo de intercambio escolar en Bilbao, España— encontré en un libro el proyecto titulado “Aranya”, uno de los más conocidos hasta la fecha. En 2009 apliqué para entrar al programa de prácticas profesionales que promovía la universidad, en ese año ya estábamos dentro de la crisis financiera del 2008 y la construcción paró, debido a esto yo no quería irme a Europa porque quería aprender cómo a pesar de la crisis había países que encontraban formas de seguir progresando, es por eso que escogí viajar a la India.
La oficina de Doshi está ubicada en el lado oeste del río, esta parte específica de la ciudad empezó a desarrollarse en la década de los sesenta y es conocida como New City, es una zona rodeada de edificios y de toda esta nueva ola de arquitectura que se construye en nuestros días. Sin embargo, su práctica yace en un edificio modesto de dos plantas, de las cuales una se encuentra enterrada, en donde el jardín predomina sobre lo construido, es un pequeño edén dentro de la ciudad.
Dentro del despacho hay un espacio destinado al taller de carpintería, este es un lugar muy importante dentro de los procesos porque es ahí en donde se hacen las maquetas finales, ¡es espectacular! hacen un trabajo muy hermoso. Constantemente Doshi se acercaba con ellos para discutir el proyecto y explicarles por qué el edificio tenía que ser así, son ellos los más veteranos del taller, saben muchísimo de composición y de arquitectura.
La madera es muy valiosa en el despacho, sólo las maquetas finales se hacen de madera, cuando yo llegué utilizábamos unicel que recogíamos de la basura y con eso teníamos que demostrar lo que sabíamos hacer, te tienes que ganar tu lugar. Empecé buscando formas de ayudar a otros en distintas tareas hasta que me asignaron hacer la representación de algunos proyectos y durante mi último mes me asignaron trabajar directamente con Doshi explorando la idea de construir una torre en la parte este de la ciudad, la Old City que databa del S.XII.
Una de las cosas que encontré distintas y que me llamaba mucho la atención fue la hora del té, del chai o del café, esta se llevaba a cabo dos veces al día, una a las 11h y otra a las 16h, es una dinámica de convivencia muy marcada en el despacho y era durante esos periodos de tiempo cuando Doshi discutía los avances de los proyectos. Es un momento fundamental en el proceso y es incluso tan importante que hay una persona a la que se le asigna exclusivamente servir el té.
También existe otra costumbre que consiste en que todos los practicantes van a cantarle las mañanitas a Doshi en su cumpleaños y cuando me tocó a mí todos se hincaron a reverenciarlo, yo no sabía qué hacer así que hice lo mismo pero él me levantó muy apenado diciéndome que yo no tenía que hacer eso porque eran culturas distintas. La primera vez que platiqué con él y supo que era mexicano me contó de su admiración por Legorreta y su amor por la arquitectura mexicana, es una persona muy humilde.
Doshi va temprano a yoga, da clases en la universidad, va al despacho a las dos horas del té y vuelve al anochecer. Es muy sereno, en la India tienen la idea de que las cosas pasan cuando tienen que pasar, no antes ni después y eso se veía reflejado en todo, incluso en la puntualidad (risas), son muy tardados, yo me estresaba mucho porque me pedía cosas urgentes y él me decía: no, tranquilo, va a pasar, estas computadoras son muy buenas ¿no? si lo pueden hacer.
Viajar a la India me cambió muchísimo, día con día pude ver cómo las cosas cambiaban a mi alrededor, la ropa se me deshacía, mis zapatos se enmohecían, la pantalla de mi celular se rompió, una vez llegué casi nadando a mi casa por las lluvias, un día me di cuenta de que perdí 10kg. Claro que tuve miedo antes de irme, me vacunaron en varias ocasiones. Trabajar con Doshi significó mucho, pero no sólo trabajar con él, sino el hecho de vivir en la India, salí de mi zona de confort, todo es diferente; si pudiera resumir mis aprendizajes con Doshi diría que aprendí a dudar, aprendí a cuestionarme ¿por qué las cosas son como son y deben de ser así?
Jeimi Cuendulain
Para mí ir a viajar a la oficina de Doshi no fue una decisión fácil, quería hacer mis prácticas profesionales en un despacho reconocido en Europa pero quería también vivir la experiencia de estar en la India. Estuve investigando y recopilando experiencias de personas que habían trabajado en varios despachos, luego supe de su experiencia trabajando con Le Corbusier y Louis Kahn y finalmente me decidí.
Trabajar en la oficina de Doshi fue una experiencia distinta a todo lo que había vivido antes, comíamos en el jardín todos los días, nos sentábamos en el pasto, el contacto con la naturaleza era elemental, había momentos en que pasaban changos corriendo en el jardín, ¡para mí era impresionante! para ellos era lo más natural. Las dos horas del té eran muy importantes, todos nos tomábamos este momento, cada quien decidía cuanto tiempo quería estar pero era algo ya establecido, era parte de la convivencia del taller.
Estar ahí es una experiencia que te marca, para mi representó un choque cultural importante, la gente en India es extremandamente cálida, pero también muy exigentes, se respetan mucho las jerarquías. Tuve la oportunidad de colaborar en el proyecto de una universidad y puedo decir que he visto el trabajo de algunos despachos que con el tiempo pierden la esencia, Doshi no, en la oficina están muy claros los conceptos, los valores y los ejes de trabajo.
Airam Moreno
Supe de Doshi porque al buscar dónde hacer mis prácticas profesionales me enfoqué en dos cosas: inspiración y ambiente laboral, dentro de mis opciones tenía a Vastu Shilpa, Carlos Ferrater y Alejandro Aravena, pero parte de mi decisión la tomé basándome en las experiencias de otras personas y fue que al escuchar historias sobre el trabajo en la oficina de Doshi tomé la decisión. Investigué mucho sobre él y me di cuenta de que trabajo de Doshi evocaba emociones, su pasión por la inclusión social y los sectores olvidados me encantaron, además me moría por conocer India, sabía que si no lo hacía en ese momento no lo haría después.
Me fui en noveno semestre, llegué el 1 de agosto de 2014 y estuve trabajando hasta diciembre. La oficina es muy grande, se divide en el área técnica (instalación de software), los kakas que son los artesanos encargados de hacer las maquetas, el área de consultoría y el área de urbanismo, es una oficina multidisciplinaria y hay mucha inclusión tanto de locales como de extranjeros; los valores que vemos en arquitectura de Doshi también se aplican en la oficina, no son cosas aparte, tuve la oportunidad de participar en el concurso de Guggenheim y me tocó hacer la producción porque ya estaba muy avanzado, pero luego participé desde cero en otro concurso de menor escala que era una escuela de arte en Badadora, pude aportar al diseño y me di cuenta de que todas las ideas se toman en cuenta. Se mantienen al día en concursos, es un ambiente de trabajo muy relajado, la gente anda descalza en la oficina, esto es algo cultural pero la oficina fomenta estas costumbres.
Doshi es un arquitecto que por más de 60 años ha permanecido fiel a sus principios, tenemos una profesión muy interesante y como arquitectos tenemos también bondades que debemos aplicar positivamente para crear soluciones eficientes a corto, mediano y largo plazo, todo esto impactó mi forma de vivir y ver la arquitectura, no sólo el estar en la oficina sino vivir en la India.
En México no se ve tanto el rezago, en la India están las clases más mezcladas y es más fácil ayudar así, esto me impactó mucho y me hizo darme cuenta de que quiero hacer algo al respecto. Cuando Doshi trabajó con Louis Kahn o Le Corbusier no trató de copiarlos o imitarlos sino que tomó lo que le interesaba y lo adaptó a sus principios, a su filosofía, a las necesidades de su país. A mí me gustaría hacer lo mismo con mi país sin olvidar que hay personas que no tienen los recursos, hay mucho que mejorar, no hay que olvidarnos de esto.
Giovanni Llamas
Me encontraba cursando el noveno semestre de la carrera en 2011 y además de Le Corbusier mi héroe era Louis Kahn, vi un documental que se llamaba “My Architect” y fue entonces la primera vez que escuché hablar de Doshi. La universidad ofrece muchas opciones para viajar y en ese entonces estaba muy de moda irse con Renzo Piano, pero a mí me interesaba saber qué era lo que estaba pasando en la India y mi admiración por Louis Kahn era tan grande que recordé las palabras de Luis Barragán “no vean lo que yo hago, vean lo que yo vi”, yo quería ver lo que vió Louis Kahn.
Como practicante llegas a una casa que Doshi le regaló a su hija, luego al pequeño oasis que es la oficina y en esos momentos me di cuenta de que las cosas que había hecho Louis Kahn no habrían sido lo que son sin la aportación de Doshi. India cuenta con muchos arquitectos reconocidos pero fue él quien impulsó el movimiento moderno en el país.
Doshi estaba siempre tocando todo, está muy pendiente de lo que se hace dentro del despacho y no solo en cuanto a sus proyectos sino que él quería que nos cuestionáramos qué estábamos haciendo ahí. En alguna ocasión nos preguntó cuál era nuestro propósito pero no esperaba que contestáramos lo que él quería escuchar, se pensaría que Doshi por su trayectoria no querría escuchar las opiniones de practicantes o recién egresados pero era todo lo contrario, reflexionaba las ideas de todos. Por ejemplo, una vez discutimos sobre lo que está haciendo la empresa Apple con el diseño y Doshi afirmó que, por una parte eso era lo que tenía que empezar a hacer la arquitectura: involucrarse con el día a día de las personas pero sin ser un producto de lujo.
Durante mi estancia trabajé en cinco concursos distintos, era un trabajo que no paraba, ganar jamás significó detener el trabajo, todo lo contrario, pero no era algo a lo que estabas obligado, cada quién se enamoraba tanto de los proyectos que decidía cuánto tiempo quería invertir. Frecuentemente Doshi nos hablaba del orden en el espacio de trabajo y yo en ese entonces era un caos, cuando me preguntó por qué lo hacía así, le explicaba que era una forma de dejar las cosas en pausa para retomarlas el día siguiente y me escuchaba, reflexionaba lo que decía de una forma muy humilde.
Me sorprendió ver una oficina tan bien organizada, lo que aprendí fue que es necesario estar presente en todo momento, sí a nivel técnico pero también a nivel emocional. Doshi me enseño que ser arquitecto no era dominar la construcción de edificios, ser arquitecto es procurar generar un impacto en la vida de todos. Una vez me pidió que le mostrara mis dibujos y al verlos me aconsejó hacerlos con tinta porque todos esos errores los podría ver en un futuro para seguir aprendiendo de ellos.
Llegar a la oficina era un momento de desaceleración, había una campana en la puerta que sonaba cada que alguien entraba, para mí sonar esa campana era detener el caos de la India para entrar a este santuario que representaba el despacho. Doshi decía que la arquitectura era una celebración a la vida y eso era su oficina, dejabas el caos atrás para trabajar en la celebración misma; no es un ambiente de explotación como pasa en muchos despachos sino que, con base en mi experiencia pude ver como Doshi y el despacho completo procuraban que las personas que trabajaban ahí crecieran.
Mi último día en la oficina Doshi me llamó para preguntarme si había leído el libro de su obra, le respondí que sí y le pedí que me hiciera una dedicatoria a lo que el accedió pero además de esa copia me regaló otra más, una dedicada a mis padres pidiéndome les agradeciera de su parte por permitirme estar ahí. Esto significó mucho para mí, Doshi más que un jefe o un líder de despacho es un maestro.
Agradecemos a Alfredo Hidalgo, Diego A. Rodríguez Lozano y Nora Sotres Villegas por su apoyo para hacer posible esta publicación.